El diseño y desarrollo de cualquier producto no es una actividad improvisada, sino que debe estar fundamentado bajo un plan específico que reúna toda la complejidad inherente al proceso (restricciones, objetivos, metas del usuario, mercado, etc) y la convierta en una visión coherente, a corto, mediano y largo plazo.
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Cualquier empresa no solo busca atender las necesidades de sus clientes (ya que, desde luego, no existirían en primer lugar), sino también sus propias ambiciones de crecimiento.
A su vez, cuando esté escala, cada unidad de negocio, vertical de producto o área desarrolla sus propios equipos, que a la vez también planifican su crecimiento dentro del crecimiento del negocio.
Y mientras estas dinámicas siguen, el mercado también va cambiando: aparecen nuevos competidores, nuevas tecnologías, nuevas regulaciones y nuevos gustos por los que hay que adaptarse.
Toda esta búsqueda de cambio constante y evolución genera la necesidad de tomar acción, de proyectar planes sobre una mesa y determinar el curso de acción.
El problema es que, sí esto no es abordado inteligentemente, cualquier plan puede volverse desconectado de la realidad del producto.
Ser demasiado rígido, no considerar las restricciones, ponderar la visión de una sola parte del negocio por sobre el resto, etc.
Es decir, hay tanto que podría salir mal…
Pero entonces, ¿cuál es la alternativa?, ¿improvisar sobre la marcha cada iniciativa?
Desde luego, no. Pero tampoco lo es un plan rígido que sirva los intereses de un solo aspecto del negocio.
Definir una estrategia de producto es una actividad fundamental en el ciclo de vida de cualquier producto.
En fin, no hay nada más poderoso que una estrategia de producto bien planteada.
A continuación, veamos 4 razones centrales por las que deberías estar desarrollando una si no tenés:
Una estrategia de producto determina cuál es el camino (o los caminos) más conveniente para alcanzar un objetivo concreto.
En el medio, es consciente de su entorno, del mercado, de la competencia, de los riesgos, y busca justamente que su plan sea lo suficientemente flexible para ello.
Además, una estrategia también es consciente sobre cuáles son las restricciones, el “área de juego” de un equipo, de esta manera, se mantiene realista.
Al determinar un objetivo común, relevar todas las variables de peso del entorno que podrían afectar el camino de la estrategia y determinar cuáles son los recursos que hay que cuidar, uno ya está reduciendo una gran cantidad de incertidumbre.
Y es que, la incertidumbre como concepto omnipresente en el diseño y desarrollo de un producto, es especialmente un resultado de la incapacidad de acordar distintos intereses bajo una visión compartida.
Al definir qué nos importa y qué no, el conjunto de posibilidad se reduce dramáticamente, estaremos mejor enfocados y por lo tanto la incertidumbre quedará mitigada.
Otro gran motivo por el qué deberías contar con una estrategia de producto es que alinea a todo el equipo bajo una visión común.
Veamos los beneficios del alineamiento de la siguiente manera:
📌 Si una persona está trabajando en un problema distinto que otra, entonces cada parte va en su propia dirección. El progreso se estanca o, directamente, se anula. Hay 0 impacto en torno al resultado deseado.
📌 Si dos personas están trabajando en un mismo problema pero a partir de soluciones diferentes, entonces hay algo de alineamiento, pero las diferencias en la ejecución hace que el proceso no sea del todo el eficiente. Hay progreso hacia el objetivo, pero reducido.
📌 Si dos personas están trabajando tanto el mismo problema y solución, hay alineamiento completo y el progreso hacia el objetivo está en un punto máximo de productividad.
Es decir, mayor alineamiento otorga mayor productividad, siempre y cuando haya también una dosis saludable de autonomía para los equipos.
Una estrategia justamente busca construir un plan en el que todos estén de acuerdo en seguir y empujar hacia delante.
Otro de los grandes beneficios de una estrategia es que hace súper fácil y evidente la priorización. O, al menos, debería.
La prioridad de distintas iniciativas estratégicas comienza a partir de poner en evidencia todo aquello que no está alineado al camino sugerido.
Todas aquellas ideas, soluciones y proyectos que no tengan una relación directa con el contexto del negocio, cambios del mercado, necesidades del cliente y, en definitiva, el impacto final deseado, quedan despriorizadas a simple vista.
Lógicamente, luego viene la dificultad de priorizar todo aquello que sí importa.
Pero, al menos, una estrategia clara te ayuda a ahorrarte un par de dolores de cabeza al dejar de considerar todas las alternativas posibles.
Una priorización efectiva permite enfocar mejor los recursos limitados, y responder precisamente para cada proyecto preguntas cómo:
📌 ¿Qué equipo necesitamos?
📌 ¿Cuánto tiempo tenemos?
📌 ¿Qué métricas debemos seguir?
📌 ¿Con qué información contamos?
Por último, una buena estrategia conecta al producto con los objetivos del negocio.
A mí en personal me gusta mucho la herramienta del Opportunity-Solution Tree.
De manera visual, permite crear relaciones claras entre el resultado deseado con distintas áreas de oportunidad.
Por ejemplo, si mi resultado deseado es mejor la tasa de conversión, entonces puedo identificar tres oportunidades centrales:
Y, luego, cada una de estas oportunidades está conectada con iniciativas más de corto plazo, que a su vez, se conectan con soluciones y experimentos que el equipo puede ejecutar rápidamente.
Un Opportunity-Solution Tree es una herramienta fundamental en el desarrollo de una estrategia de producto, y ayuda a mantener la relevancia entre los objetivos del negocio y la dirección de producto.
Una buena estrategia de producto allana todas las decisiones de diseño y desarrollo.
Da contexto al por qué hacemos lo que hacemos.
La da significado a nuestros esfuerzos y los vincula con un propósito concreto.
Si bien una estrategia de producto pueda estar definida para una vertical específica del producto (por ejemplo, “Inversiones” dentro de una fintech), también puede definirse en un nivel general (muchas veces, terminando en un master plan que conecta las estrategias de distintas verticales).
Si no hay un camino planteado y una dirección clara, entonces es muy fácil perderse en el medio.
Y, con ello, nos entregamos a:
Por estas razones, lo repito: definir, ejecutar e iterar una estrategia de producto es una las actividades más importantes en la organización de producto.
Una actividad totalmente estimulante y a la vez desafiante.
¡Eso fue todo por hoy!
Muchos éxitos.
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